Regreso a este lugar en el que antes, solía pasear
Ahora me encuentro sola y triste en esta oscura habitación,
en la que antes, tú me abrazabas y sentía que me cuidabas.
Ahora, ya no estás, y ni si quiera a distancia noto que me cuidas,
quizá nunca lo hiciste, y sólo me dabas ese reflejo,
pero con el reflejo no cuidas a nadie,
quizá, gracias a ese reflejo,
me has hecho tan resistente.
Los días pasan,
y la fiebre,
la tos, y un dolor de cabeza
que me matan suavemente discurren en bucle
en mi mente,
ya no distingo dónde empieza cada uno de ellos,
lo único que consigo deslumbrar entre todo este dolor físico,
es el dolor mental de saber que no me cuidas cómo de verdad necesito,
de saber que te puedo llamar desesperadamente,
gritarte durante toda la noche,
pero que aún así,
tú nunca vendrás a salvarme,
porque tú nunca has considerado que ésta,
es una tarea que alguna vez te competió a ti.
Me despierto y me duermo,
me duermo y me vuelvo a despertar,
estoy como drogada y soy incapaz de levantarme de la cama,
no sé qué hora pero no tengo fuerzas,
y sólo sigo durmiendo y durmiendo,
la cabeza me va a estallar,
el cuerpo me arde por la fiebre,
estoy asustada y sólo quiero que me cojas de la mano
y me digas que todo va a ir bien,
aunque tú nunca dirías eso,
aunque tú nunca vas a estar aquí para cogerme la mano.
A veces pienso que tu frialdad, y tu dureza hacia mi,
hacia la vida, es lo que me ha hecho fuerte,
es lo que me ha hecho darme cuenta que gracias a eso,
algún día podré sobrevivir sin ti,
y sin darme cuenta, ya lo estoy empezando a hacer.
Y en contra de todo pronóstico, siento algo de alivio,
porque de tanto pedirte ayuda,
de tanto gritarte desesperadamente,
me he quedado sin voz, sin energía,
y he aprendido que la única que puedo salvarme,
de mí, de ti, de nosotras, soy yo misma.
Da igual lo alto que te pida ayuda,
da igual lo enferma que esté,
ni si tengo fiebre o no,
tu reacción será la misma en todos los casos,
no consolar,
no comprender,
no ayudar,
sólo quedarte quieta e inmóvil,
como quien observa un barco hundirse
y sólo se aparta para ponerse a salvo a sí mismo,
pero no hace absolutamente nada por tratar de salvar a quién pueda necesitarlo.
Es triste, pero tu frialdad, desinterés hacia mi persona
me han hecho más fuerte, porque cuando sabes que nadie va a venir a salvarte,
que estás solo en esto, sólo tienes dos opciones: rendirte o luchar con más fuerzas aún.
Me da pena elegir la segunda opción, porque eso implica luchar sin que tú estés a mi lado,
eso implica que yo, sí que acudiría a tu encuentro, cruzaría la cordillera de Los Alpes
sin pensármelo dos veces, daría mi vida por la tuya,
pero qué triste es, que tú ni si quiera te preocupes cuando te digo que estoy tumbada en la cama
retorciéndome del dolor, llorando y empapada en sudor.
El amor no siempre nos hace ser mejores personas,
a veces simplemente, es la única manera de sobrevivir en este mundo frío y hostil,
el amor propio, el luchar por nuestra vida, es lo único que nos queda,
nosotros somos lo único que tenemos cuando nadie va a venir a salvarte,
porque en realidad sólo nosotros nos podemos salvar a nosotros mismos.
24/01/2024
Comentarios
Publicar un comentario