Ir al contenido principal

Dejará de llover


Al final comprendí
que eras un animal salvaje,
y que,
por lo tanto,
nunca te podría domar,
tampoco es que buscase hacerlo.

Pero,
intentar comprenderte,
fue lo más cerca
que estuve nunca de ti.

Luego desapareciste
entre la hierba mojada
del rocío de la madrugada.

Apenas te acaricié unos segundos
y acabaste conmigo,
devoraste mi cuerpo,
con la misma imaginación,
con la que se abre la nevera
en mitad de la noche:
sabiendo perfectamente
qué es lo que quieres,
y cómo lo vas a hacer.

Sería cruel decirte
que no te lo pensaste dos veces,
o no dudaste:
en tus ansias de acabar con todo,
tu saliva recorrió
mis labios,
en la angustia de querer tocarte
y no hacerlo.

La música siempre amansó
a las fieras,
pero yo te miraba
y te calmabas.

Nunca me hizo falta
nada más.

Ya no estás aquí,
has huido hacia el lugar
que te vio crecer,
y ahora,
te has convertido
en dueña de todos tus miedos,
con lo que me costó
ahuyentarlos,
los has vuelto a traer.

No te veo,
mi vista no alcanza
la rapidez de tus pensamientos
cuando decides marcharte.

Aún te recuerdo:
tan viva,
tan plena,
tan real,
donde la máxima distancia
que recorría tu respiración
era de tu boca a la mía,
en ese efímero espacio
solía vivir.


Aún recuerdo
cómo me miraste a los ojos
la última vez,
miento,
no lo sé,
agachaba la cabeza
para que no doliera tanto,
pero fue inútil,
como correr bajo la lluvia
con el objetivo de no querer mojarte,
que al final,
terminas empapada.

Con lo cual,
he decidido quedarme aquí,
con el corazón calado,
decido mojarme entera,
dejar que la lluvia recorra mi cuerpo,
y las gotas derrapen por mi cara.

Porque,
al final,
dejará de llover.

30.06.19

Comentarios

Entradas populares de este blog

Boomerang

Yo no te elegí, llegaste a mí, como una pelota que te lanzan y te gritan que cogas. Hubo un tiempo en el que te agarré tan fuerte, que me hice heridas de tanto apretarte. Me sangraron los dedos porque me arrancaste las costras. Me pedías que no te soltará cuando ya, ni tú misma, alargabas  la mano para cogerme a mí. ¿Qué esperabas? Dejarte caer fue lo más duro que he hecho en mi vida, te lo confesé un millón de veces mientras te acariciaba las mismas manos que me mentían una y otra vez. Y sí, digo manos, porque fueron ellas las primeras que me dijeron que me querían, así que ahora tmbn me podían estar mintiendo. Agacho la mirada, aún conservo las cicatrices, sé que nunca se irán, sé que nunca te irás. Sé que permanecerás, que al viento le soplarás, pero que tú nunca volarás, porque siempre fuiste de pies en el suelo, y yo hace meses que he aprendido a andar sobre el agua.

Ballenas

Mi vida no gira en torno a ti. No soy la Tierra girando alrededor del Sol Apareciste de repente después de meses sin saber de ti, me recordaste a las ballenas, tan majestuosas, tan enormes, con tantas cosas por decir pero con un gran silencio que guardar. Resurgiste de las profundidades, o quizás, fuí yo la que por fin alcanzé la superf, nadando, casi ahogándome, conseguí, respirar, y fue ahí donde me encontre contigo. Tu aleta me enunció que ahí estabas tú, asomando tu sonrisa entre el agua, y yo por, un momento la acaricié con la nostalgía de saber, que tarde o temprano volverías a desaparecer. Y así ha sido. Te has vuelto a sumergir. Y no sé cuándo volveré a verte. Seguramente recorrerás los siete mares, los millones de ríos, y todos los océnaos que tenemos en común tú y yo, en este planeta. Seguramente, pero, como contigo todo es impredecible. Entonces, sólo me queda esperar. Que no esperarte. Mi vida ya no gira en torn...