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Mostrando entradas de julio, 2019

Monte de Venus

Tu lunar en Venus me indicó, que existían nuevos continentes, y más aún, que existía vida fuera de este planeta. Tus otros tres lunares acumulados, hacianados en la trinchera de tu hombro derecho, me mostraron que, todo lo bueno, a veces viene junto. No pude contemplarte mucho más tiempo: la luz que emanaba tu sonrisa, era como acercarse al sol o al fuego, que todo iluminaba, pero a la vez, todo quema. Afortunadamente, eso, no sucedió. Apagaste la luz de tu habitación, y como si fuera Navidad, la oscuridad se lleno de luces azules encerradas, en una botella de vino vacía. No me permitiste besar tus labios, pero eso no significaba no poder hacerlo en el resto de tu cuerpo. Tus firmes abdominales eran las cataratas que me dirigían a lo inexclutable, inexplorado, el único recoveco, que me faltaba por besar del resto tu cuerpo. No sucedió, no paso, la misión de espeleología se canceló en el último momento: ¿mal tiempo o cambio de pl...

Gaviotas

Las ráfagas de viento fueron necesarias para alzar el vuelo. Las gaviotas ya me avisaron que el buen tiempo estaba por llegar. Levanté la vista, las nubes se disipaban, el sol salía. Cogí aire, respiré, lo supe en ese instante: todo estaba cambiando. Tú ya no dolías, y si lo hacías, a mi ya no me importaba lo más mínimo. Llegue al fondo, incluso lo acaricié, su textura era suave, pero no me terminaba de convencer, eso de tumbarse y dormir sobre un colchón húmedo y lleno de moho no me gusto lo más mínimo. Al principio era cálido y cómodo, pero luego se volvió pegajoso, algo que me quería quitar de encima, que me incomodaba y no me dejaba crecer: llevar una armadura está bien, pero te termina pesando y molestando, eso fue lo que paso contigo. Llegue al fondo, y ahora subía peldaños, te estaba dejando atrás. Sonreí. 14.07.19

Dejará de llover

Al final comprendí que eras un animal salvaje, y que, por lo tanto, nunca te podría domar, tampoco es que buscase hacerlo. Pero, intentar comprenderte, fue lo más cerca que estuve nunca de ti. Luego desapareciste entre la hierba mojada del rocío de la madrugada. Apenas te acaricié unos segundos y acabaste conmigo, devoraste mi cuerpo, con la misma imaginación, con la que se abre la nevera en mitad de la noche: sabiendo perfectamente qué es lo que quieres, y cómo lo vas a hacer. Sería cruel decirte que no te lo pensaste dos veces, o no dudaste: en tus ansias de acabar con todo, tu saliva recorrió mis labios, en la angustia de querer tocarte y no hacerlo. La música siempre amansó a las fieras, pero yo te miraba y te calmabas. Nunca me hizo falta nada más. Ya no estás aquí, has huido hacia el lugar que te vio crecer, y ahora, te has convertido en dueña de todos tus miedos, con lo que me costó ahuyentarlos, los has vuelto a traer. No te...