"No he podido escribirte antes"
-te escribiré en un mensaje,
y te lo enviaré,
no sin antes,
haberlo borrado mil veces
y escribirlo otras dos mil.
En mi defensa diré,
que tenía los dedos
llenos de ti,
de tanto escribirte.
En mi defensa diré,
que estaba llena de tii,
ocupabas todo mi cuerpo,
y te instalaste en mi cabeza.
Llegaste así,
como quien decide
quedarse una noche,
y termina mudándose
a mi cama,
a mis ojos
a mis manos,
para toda la eternidad.
Ahora que te has ido,
me has dejado vacía,
triste,
y a oscuras.
Como se deja una casa
cuando te mudas,
te llevaste
todos mis muebles,
y ahora no tengo
dónde sentarme,
dormir
o guardar mi ropa.
Por eso,
ya no duermo,
ni me visto,
más bien deambulo
por una casa vacía.
Donde la única luz
que entra es la del sol,
ése al que tú sustituías
cuando estabas aquí.
Te diré,
que las noches
se me hacen eternas,
porque aún durmiendo,
sueño contigo,
y tengo pesadillas
recordando el momento,
en el que tú te ibas,
y yo me quedo ahí,
quieta,
estática,
sin moverme,
y sin poder hacerlo.
Cuando quizás,
debería haber salido
corriendo detrás tuya,
aunque,
perseguir fantasmas,
nunca fue lo mío.
El polvo se posa sobre mi piel,
llevo tres días tumbada
en el suelo,
acariciándolo,
pensándote,
y recordando en qué cm
de mi casa,
te besé por última vez.
Cierro los ojos,
no soy capaz de recordar
el último,
más bien todos ellos,
y me vienen a la vez,
cual ola te revuelve
en la playa,
que te deja sin respiración.
No sé qué ha pasado:
cuando me zambullí
en el agua,
todo estaba bien,
incluso aprendí a respirar
ahí abajo,
pero ahora que saco
la cabeza
ya no soy capaz de respirar,
y me ahogo.
Cambié el sentido común,
por mirar tus ojos
al despertar cada mañana.
Y ahora que ya no estás,
no sé cuándo despertarme,
ni el por qué salir de casa,
ni cómo volver a sonreír.
Te amé tanto,
que te lo ofrecí todo,
y ahora que te has ido,
dime,
cómo se sigue viviendo
cuando estás rota,
cuando te rompen
y te dejan ahí.
Dime,
cómo puedo levantarme
cada mañana,
si era a ti,
a quien abrazaba,
besaba y
susurraba al oído:
"El día no empieza
hasta que tú no abres los ojos".
Desde que te has ido,
el reloj se ha parado,
y la sangre,
ya no circula por mis venas.
Has dejado en pausa todo,
y ahora,
no soy capaz
de darle al play,
sin que un mar de lágrimas
inunde todo mi cuerpo,
y entonces tenga que secarme,
para empezar de nuevo.
Y de nuevo,
empiezo a recordarte,
y a quererte,
y a amarte,
y sigo llorando.
Y así,
no avanzo,
porque has sido
como soltar de la mano
a una niña
que estaba aprendiendo
a caminar.
Estoy tendida en el suelo,
sucia
y llena de polvo
y no puedo parar de llorar.
Nadie va a levantarme,
pero me quedo aquí,
porque tus manos
eran las que se encargaban
de eso.
Miro al cielo,
empieza a llover,
y por un momento
me siento bien,
porque nada es más
reconfortante que
llorar debajo de la lluvia,
es el maquillaje perfecto.
Y por un momento
no dueles,
ójala siempre viviera
en ese momento,
pero dueles,
dueles y mucho,
princesa.
Duele tu ausencia,
tu ropa en mi armario,
tu cepillo de dientes en el baño,
tus horquillas en mi mesilla
de noche,
tus pintalabios cogiendo
polvo en la estantería,
todas las notas
que se quedaron pinchadas
en un corcho,
vacío,
que aún,
espera a que vuelvas
para llenarlo
de ti,
de fotos enteras
de ti.
Duele cada segundo
que no estás a mi lado.
Duele,
lo mucho que te quiero,
y ya no te lo puedo decir,
mirándote a los ojos.
Duele tanto,
que pensarte es una tortura,
pero recordarte,
es la única manera
de estar contigo,
sin que tú estés conmigo.
Nunca creí
en los para siempre,
pero te prometo
que para siempre,
te voy a querer,
para siempre,
te voy a amar,
y para siempre,
te voy a esperar.
Porque tú y yo,
nunca fuímos dos,
más bien una,
un único individuo
que pudiendo dar
todo lo que tenía,
nos reinventábamos,
para darnos,
lo que nunca había dado
nadie,
ni mucho menos,
sentido por nadie.
Fuímos una,
cielo.
Y yo te espero,
te has quedado con
una gran
y poderosa parte de mi,
cuídala bien,
por favor.
Te quiero,
te amo,
y me voy a inventar
una nueva palabra
para intentar,
sólo intentar,
expresar lo que siento,
lo que sentía,
cuando nos mirábamos
y parábamos el mundo.
Éramos poderosas
personas,
que pudiendo hacer millones
de cosas juntas,
decidimos hacer una sola,
y la mejor de todas:
querernos,
amarnos,
respetarnos
y cuidarnos,
la una a la otra,
como nunca antes
se había hecho.
Te quiero princesa.
Pd: este poema fue escrito
el 2 de junio de 2019,
me dejaste un 6 de junio
después de seis meses juntas,
lo subo a mi blog,
hoy,
en la madrugada,
del 9 de junio de 2019.
-te escribiré en un mensaje,
y te lo enviaré,
no sin antes,
haberlo borrado mil veces
y escribirlo otras dos mil.
En mi defensa diré,
que tenía los dedos
llenos de ti,
de tanto escribirte.
En mi defensa diré,
que estaba llena de tii,
ocupabas todo mi cuerpo,
y te instalaste en mi cabeza.
Llegaste así,
como quien decide
quedarse una noche,
y termina mudándose
a mi cama,
a mis ojos
a mis manos,
para toda la eternidad.
Ahora que te has ido,
me has dejado vacía,
triste,
y a oscuras.
Como se deja una casa
cuando te mudas,
te llevaste
todos mis muebles,
y ahora no tengo
dónde sentarme,
dormir
o guardar mi ropa.
Por eso,
ya no duermo,
ni me visto,
más bien deambulo
por una casa vacía.
Donde la única luz
que entra es la del sol,
ése al que tú sustituías
cuando estabas aquí.
Te diré,
que las noches
se me hacen eternas,
porque aún durmiendo,
sueño contigo,
y tengo pesadillas
recordando el momento,
en el que tú te ibas,
y yo me quedo ahí,
quieta,
estática,
sin moverme,
y sin poder hacerlo.
Cuando quizás,
debería haber salido
corriendo detrás tuya,
aunque,
perseguir fantasmas,
nunca fue lo mío.
El polvo se posa sobre mi piel,
llevo tres días tumbada
en el suelo,
acariciándolo,
pensándote,
y recordando en qué cm
de mi casa,
te besé por última vez.
Cierro los ojos,
no soy capaz de recordar
el último,
más bien todos ellos,
y me vienen a la vez,
cual ola te revuelve
en la playa,
que te deja sin respiración.
No sé qué ha pasado:
cuando me zambullí
en el agua,
todo estaba bien,
incluso aprendí a respirar
ahí abajo,
pero ahora que saco
la cabeza
ya no soy capaz de respirar,
y me ahogo.
Cambié el sentido común,
por mirar tus ojos
al despertar cada mañana.
Y ahora que ya no estás,
no sé cuándo despertarme,
ni el por qué salir de casa,
ni cómo volver a sonreír.
Te amé tanto,
que te lo ofrecí todo,
y ahora que te has ido,
dime,
cómo se sigue viviendo
cuando estás rota,
cuando te rompen
y te dejan ahí.
Dime,
cómo puedo levantarme
cada mañana,
si era a ti,
a quien abrazaba,
besaba y
susurraba al oído:
"El día no empieza
hasta que tú no abres los ojos".
Desde que te has ido,
el reloj se ha parado,
y la sangre,
ya no circula por mis venas.
Has dejado en pausa todo,
y ahora,
no soy capaz
de darle al play,
sin que un mar de lágrimas
inunde todo mi cuerpo,
y entonces tenga que secarme,
para empezar de nuevo.
Y de nuevo,
empiezo a recordarte,
y a quererte,
y a amarte,
y sigo llorando.
Y así,
no avanzo,
porque has sido
como soltar de la mano
a una niña
que estaba aprendiendo
a caminar.
Estoy tendida en el suelo,
sucia
y llena de polvo
y no puedo parar de llorar.
Nadie va a levantarme,
pero me quedo aquí,
porque tus manos
eran las que se encargaban
de eso.
Miro al cielo,
empieza a llover,
y por un momento
me siento bien,
porque nada es más
reconfortante que
llorar debajo de la lluvia,
es el maquillaje perfecto.
Y por un momento
no dueles,
ójala siempre viviera
en ese momento,
pero dueles,
dueles y mucho,
princesa.
Duele tu ausencia,
tu ropa en mi armario,
tu cepillo de dientes en el baño,
tus horquillas en mi mesilla
de noche,
tus pintalabios cogiendo
polvo en la estantería,
todas las notas
que se quedaron pinchadas
en un corcho,
vacío,
que aún,
espera a que vuelvas
para llenarlo
de ti,
de fotos enteras
de ti.
Duele cada segundo
que no estás a mi lado.
Duele,
lo mucho que te quiero,
y ya no te lo puedo decir,
mirándote a los ojos.
Duele tanto,
que pensarte es una tortura,
pero recordarte,
es la única manera
de estar contigo,
sin que tú estés conmigo.
Nunca creí
en los para siempre,
pero te prometo
que para siempre,
te voy a querer,
para siempre,
te voy a amar,
y para siempre,
te voy a esperar.
Porque tú y yo,
nunca fuímos dos,
más bien una,
un único individuo
que pudiendo dar
todo lo que tenía,
nos reinventábamos,
para darnos,
lo que nunca había dado
nadie,
ni mucho menos,
sentido por nadie.
Fuímos una,
cielo.
Y yo te espero,
te has quedado con
una gran
y poderosa parte de mi,
cuídala bien,
por favor.
Te quiero,
te amo,
y me voy a inventar
una nueva palabra
para intentar,
sólo intentar,
expresar lo que siento,
lo que sentía,
cuando nos mirábamos
y parábamos el mundo.
Éramos poderosas
personas,
que pudiendo hacer millones
de cosas juntas,
decidimos hacer una sola,
y la mejor de todas:
querernos,
amarnos,
respetarnos
y cuidarnos,
la una a la otra,
como nunca antes
se había hecho.
Te quiero princesa.
Pd: este poema fue escrito
el 2 de junio de 2019,
me dejaste un 6 de junio
después de seis meses juntas,
lo subo a mi blog,
hoy,
en la madrugada,
del 9 de junio de 2019.
Comentarios
Publicar un comentario