Pude esculpirte,
coger todas tus inseguridades,
miedos
y problemas,
y moldearlos en barro,
mojarlos con saliva,
para poder hacerte mejor.
Pude esculpirte,
dibujarte,
pintarte,
diseñarte a medida
cómo,
quisiera que fueras.
Pero es que tú nunca fuíste
de horarios planificados,
de viajes diseñados,
de cronómetros
o calendarios.
Tú eres más,
de presentarte
en la puerta de mi trabajo,
de hacerme recorrer medio Madrid
para regalarme flores,
porque se enfrían.
Tú eres más de mandarme a la mierda,
y al llegar la noche,
decirme lo mucho que me echas de menos,
y que no puedes vivir sin mi.
Tú eres de hablar de casarnos
cuando sólo llevamos dos meses juntas.
Tú eres de dormir
y levantarte conmigo,
todos los días del resto de mi vida.
Tú eres de sorprenderme,
de decirme que me quieres
a las semanas de conocerme,
de regalarme tu alma,
porque dices que ya lo tienes todo
si yo estoy a tu lado,
y que no necesitas más.
Tú eres así:
impredecible,
impulsiva,
apasionada,
trasnochadora
y poco madrugadora.
Eres de las personas
que quieren con los ojos cerrados,
y se enfadan con la boca abierta,
pero con el corazón cerrado,
y eso es bueno,
sabes?
porque si cada vez que nos enfadásemos
lo hiciéramos con el corazón
y nos amásemos con la boca,
el mundo estaría del revés,
más bien el nuestro.
Porque se me olvido decirte,
que te volviste arquitecta,
cuando decidí pasar el resto
de mi vida contigo,
y tú,
así,
tan generosa,
tan rápida,
tan directa,
te falto tiempo,
para desnudarme,
y con todos los miedos
que caían por mi cuerpo,
mis inseguridades,
cogerlo todo,
y dibujar,
en mi espalda,
acariciarla,
escribir con el dedo índice
en una hoja en blanco,
cómo sería el resto de nuestras
vidas.
Lástima:
me gustan las sorpresas,
guardaré esa hoja llena
de garabatos,
como tu pelo despeinado
recién levantado,
que se despierta,
que descansa
sobre las sábanas blancas
de todos los hoteles
de Madrid
a los que fuímos,
la guardaré.
Somos un caos,
juntas lo somos aún más,
somos muy diferentes,
pero entonces,
me sonríes,
me coges de la mano
y me besas,
paras el mundo,
y pienso:
¿qué importa?,
la vida son dos días,
y si no arriesgas,
nunca ganas,
y yo contigo,
cielo,
cada mañana al verte despertar,
me siento la campeona
de nuestro mundo mundial.
Te quiero princesa.
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