Ir al contenido principal

Desastres naturales

No te conocí brillando,
más bien,
tratabas de sobrevivir
en una oscuridad
semi constante.

Constante,
eran los ánimos,
las ganas,
y la ilusión
que me inundaba,
y sigue inundando
mi pecho.

Cada vez que te veo,
cada vez que te miro,
¿ya te he comentado
que tienes el poder
de parar el mundo,
verdad?

Te prometo que cada vez
que te beso,
se me remueve todo:
el estómago,
algo crece,
se hace grande,
y explota,
en mil pedazos,
llenándolo todo de mariposas,
o eso es lo que dicen
que me haces sentir en la tripa
cada vez que estás cerca.

Lo cubres todo de agua,
y nos convertimos en océano.

No supe explicar
tu llegada,
cómo llegaste,
supongo que los rayos,
los truenos,
relámpagos,
tsunamis,
terremotos,
no se esperan,
no se calculan,
como mucho
puedes estimar
los posibles daños
que puede dejar.

Pero es que tú,
cielo,
no sólo destrozaste
todo lo que yo tenía
hasta ese momento,
creo que no dejaste nada,
todo te lo llevaste
tras tu paso:
mis hábitos,
rutinas
y costumbres.

Pero eso no es malo,
los cambios siempre
traen algo bueno.

Y tú,
aunque a veces
me cuesta verlo:
lo has cambiado todo.

Y como buen desastre natural,
las estimaciones no acertaron contigo,
mis predicciones,
cálculos
y operaciones fallaron:

¿Cómo me iba a imaginar
que cambiarías mi vida en tan poco tiempo?

Respiro,
y por un momento,
paro,
dejo de correr,
y miro atrás,
sonrío:

si alguien me hubiera contado
todo esto,
no me lo hubiese creído.

Te quiero princesa.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Boomerang

Yo no te elegí, llegaste a mí, como una pelota que te lanzan y te gritan que cogas. Hubo un tiempo en el que te agarré tan fuerte, que me hice heridas de tanto apretarte. Me sangraron los dedos porque me arrancaste las costras. Me pedías que no te soltará cuando ya, ni tú misma, alargabas  la mano para cogerme a mí. ¿Qué esperabas? Dejarte caer fue lo más duro que he hecho en mi vida, te lo confesé un millón de veces mientras te acariciaba las mismas manos que me mentían una y otra vez. Y sí, digo manos, porque fueron ellas las primeras que me dijeron que me querían, así que ahora tmbn me podían estar mintiendo. Agacho la mirada, aún conservo las cicatrices, sé que nunca se irán, sé que nunca te irás. Sé que permanecerás, que al viento le soplarás, pero que tú nunca volarás, porque siempre fuiste de pies en el suelo, y yo hace meses que he aprendido a andar sobre el agua.

Ballenas

Mi vida no gira en torno a ti. No soy la Tierra girando alrededor del Sol Apareciste de repente después de meses sin saber de ti, me recordaste a las ballenas, tan majestuosas, tan enormes, con tantas cosas por decir pero con un gran silencio que guardar. Resurgiste de las profundidades, o quizás, fuí yo la que por fin alcanzé la superf, nadando, casi ahogándome, conseguí, respirar, y fue ahí donde me encontre contigo. Tu aleta me enunció que ahí estabas tú, asomando tu sonrisa entre el agua, y yo por, un momento la acaricié con la nostalgía de saber, que tarde o temprano volverías a desaparecer. Y así ha sido. Te has vuelto a sumergir. Y no sé cuándo volveré a verte. Seguramente recorrerás los siete mares, los millones de ríos, y todos los océnaos que tenemos en común tú y yo, en este planeta. Seguramente, pero, como contigo todo es impredecible. Entonces, sólo me queda esperar. Que no esperarte. Mi vida ya no gira en torn...