Aún me sigo perdiendo
en tus clavículas,
más bien,
me deslizo por ellas.
Beso tus caderas,
y bailo con tus caricias.
Corro por tus piernas,
y deletreo tus costillas,
una a una,
señalo tus pestañas,
y cuento las veces que no parpadeas,
cuando me miras
y sonríes.
Pierdo,
has vuelto a ganar,
cuando tardas menos en
hacerme tocar el cielo,
que en quitarme la ropa.
Pierdo,
cuando no puedo soportar
las ganas de comerte,
pero tú empiezas primero,
y no bendices ni la mesa.
Pierdo,
cuando muerto de la risa
te suspiro en la tripa,
y no aguantas las cosquillas,
tú sonríes antes que yo.
Pierdo,
te muerdes el labio,
y te quedas embobado,
yo aún ni he pestañeado.
Pierdo,
tus manos recorrieron
más paisajes de mi cuerpo,
que los kilómetros
que caminaron mis pies
aquella noche.
Pierdo,
me ganas.
Yo siempre pierdo el tiempo
ganando a las ganas que tengo de estar contigo.
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