El cielo se tiñó de naranja,
cuando decidiste dejar todo atrás.
Cuando borraste nuestro lienzo,
y echaste tres botes de pintura negra
encima de todo ello.
Nunca,
tus sentimientos,
se volvieron tan oscuros
Me asusté,
quise buscar el blanco
a toda prisa,
pero no lo encontré.
Y no fue posible aclarar
todo este enjambre,
jaleo,
caos,
que reinaba en tu mente,
o en la mía,
no lo supe distinguir.
El atardecer se volvió morado,
y tus palabras
se camuflaban con el viento.
La noche violeta,
y mi sonrisa agridulce
buscaba la tuya,
no la encontré,
se escondía bajo tu rostro
descompuesto,
por la batalla
que nos habíamos disputado,
él uno al otro.
No duró mucho:
resurgimos,
siempre lo hacíamos,
y mis manos cogieron las tuyas,
y mis labios besaron tu cuello,
y te abracé,
y el invierno se volvió,
un poco menos,
frío.
De repente,
mis nervios
y mi angustia,
se marcharon,
con tus infinitas
inseguridades.
Creo que habías vuelto
a pintar de color
el horizonte,
te costó,
tu color favorito era el gris,
el mío,
el verde o azul.
Y así,
juntos,
como siempre,
volvimos a pintar,
nunca seremos un sólo color,
ahora lo sé.
O una sola decisión,
el conjunto de todas ellas
nos hacen ser quienes somos.
Y nosotros cariño,
somos una inmensa paleta de colores,
¿de qué color quieres que nos pintemos hoy?
Comentarios
Publicar un comentario