El olor a geosmina inundaba toda mi habitación,
nunca pude imaginar cómo sería masticar
tierra seca
mezclada con mi saliva,
cuando yo me sumergía
en cataratas infinitas.
Lo recuerdo:
aquella noche dormí
sobre un colchón
lleno de corridas,
tuyas y mías,
ya no las distinguíamos,
hace tiempo que dejamos,
si quiera,
de intentarlo.
Ya no hay tu cama
o la mía.
Cuando se trata de crear terremotos,
nunca existen supervivientes,
y nos da igual las consecuencias,
o las víctimas que dejemos
tras nuestro paso.
¿Te he contado alguna vez
que me he planteado llamarlo
"desastre natural",
en vez de polvo?
Lo recuerdo:
aquella noche
construí una sábana
con todas ellas,
porque todo parece más cómodo,
y más cálido,
cuando tú,
te hallas cerca.
La tranquilidad
y la locura
se adueñan de todo mi ser,
a la vez,
con la misma fuerza y delicadeza,
con la que tú,
pasas el dedo índice
por mi boca,
y yo,
me lo como entero.
Lo recuerdo:
aquella noche fuera llovía,
¿y dentro?
dentro, cariño,
cayó el diluvio universal,
justo,
en el mismo instante,
en que se te ocurrió,
la maravillosa idea
de pestañear,
a la vez que yo abría las piernas.
Sonreí,
sonreíste,
el mundo dejó de girar,
sí,
el nuestro también.
Por favor,
sigámonos lloviéndonos,
porque quiero ser corridas,
corrientes,
cataratas,
y cascadas,
y nunca desierto.
Quiero correr,
corrernos,
siempre,
si es contigo.
Fecha original: 10/08/18
Comentarios
Publicar un comentario