Recuerdo cuando te dejabas hacer,
te veía toda,
entera,
desnuda,
bailando frente a mí.
Sonreías.
¿Cómo lo hacías?
Aún me acuerdo cuando
me cogías entre tus manos
y mis ilusiones.
Y yo,
construía toboganes
sobre tus cabellos,
y me deslizaba
por todos ellos.
Todo ello me quedo pensando,
cuando te abrazo fuerte,
te sostengo entre mis brazos,
y mi camiseta se tiñe de rojo:
eres tú,
desangrándote en mi pecho,
noto como tus venas
se deshacen entre mis dedos.
En ese momento,
me doy cuenta,
de que lo único que nos une,
que nos ha unido siempre,
ha sido la sangre de un cuerpo,
y el abandono de un corazón,
que no hace mucho,
fue apuñalado.
Comentarios
Publicar un comentario