Tengo el poder entre mis manos,
y te prometo que no lo dejaré ir,
jugué con él hasta que me cansé,
y aún así,
con ojos tiritantes,
lo devoré,
de un bocado,
sin tragarlo,
ni masticarlo.
Él, se deshacía en mi boca,
y se suicidó con mi saliva.
Él, se arranco brazos y piernas
para no poder escaparse de mi sombra.
Él, sentía,
él, respiraba,
él, se despertaba
y dormía conmigo,
todos los días,
y todas las noches.
Él, siempre me acompañaba,
él, siempre estaba conmigo.
Él, se llamaba tiempo,
al que siempre ponía como excusa
para no poder hacer otra cosa,
que no fuera vivir sin él.
Y ahora que lo hemos dejado,
mis amigas me vuelven a preguntar
que si quedamos,
y mi madre que si hablamos.
Ahora que lo hemos dejado
me doy cuenta,
que sin él,
yo no era nadie,
pero que con él,
lo conseguí todo.
Comentarios
Publicar un comentario