Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2018

Paleta de colores

El cielo se tiñó de naranja, cuando decidiste dejar todo atrás. Cuando borraste nuestro lienzo, y echaste tres botes de pintura negra encima de todo ello. Nunca, tus sentimientos, se volvieron tan oscuros Me asusté, quise buscar el blanco a toda prisa, pero no lo encontré. Y no fue posible aclarar todo este enjambre, jaleo, caos, que reinaba en tu mente, o en la mía, no lo supe distinguir. El atardecer se volvió morado, y tus palabras se camuflaban con el viento. La noche violeta, y mi sonrisa agridulce buscaba la tuya, no la encontré, se escondía bajo tu rostro descompuesto, por la batalla que nos habíamos disputado, él uno al otro. No duró mucho: resurgimos, siempre lo hacíamos, y mis manos cogieron las tuyas, y mis labios besaron tu cuello, y te abracé, y el invierno se volvió, un poco menos, frío. De repente, mis nervios y mi angustia, se marcharon, con tus infinitas inseguridades. Creo que habías vuelto a pintar de color el...

A mi madre cuando no sé comprenderla

A veces siento que el mundo se desmorona ante mí y no puedo hacer nada. Se quema y se convierte en cenizas entre mis manos, pero yo, ni siquiera me doy cuenta: Sólo veo el humo salir de tus mejillas. Vientos huracanados mover tus cabellos, tornados destrozando tu cara. Cuando tus lágrimas se convierten en aire, y yo lo inspiro, y me lo intento tragar, pero no lo consigo. Es como morder a la nada. ¿Ahora entiendes por qué te esfumas tan rápido? Eres un castillo de arena que siempre se derrumba cuando estoy a punto de terminarte. Cierro los ojos: ahí estás otra vez, ojos llorosos, lágrimas derrapando por tus mejillas, no entiendo cómo no existen señales de tráfico, para avisar de los peligros que podemos encontrarnos por tus carreteras al mirarte. No entiendo cómo avanzas, no entiendo por qué te derrumbas o por qué no lo haces. A veces no entiendo nada, ni a ti, ni a mí, ni qué hacer con nosotras. ¿Qué nos hacemos? No lo sé y no...

Vísteme

Me acuerdo que una vez me dijiste que me inspirase, que aprendiera a posar, entonces tú sonreíste, y me convertí en la mejor modelo sólo, si cada día, me vestías con tu mirada, y me arropabas con tu sonrisa.