Contemplé como las noches se hacían amasijos tras tu paso. Ellas no querían correr, pero se mostraban endebles, e ingobernables a la valentía. Tú apenas te moviste, o articulaste palabra alguna, te limitaste a quedarte ahí, quieto, estático, y con la mirada perdida. Yo, no podía entender, como podías permanecer sin estar.
Hola, bienvenidos a mi blog. Me llamo Celia y escribo poesía, y aquí es donde reside mi talento e inspiración. ¿Empezamos?